PSICONUTRICIÓN:
El mundo en el que vivimos está tan mal repartido, que mientras que unos no tienen que echarse a la boca, otros nos pasamos la vida a dieta e intentando hacer milagros para quitarnos la grasa y los kilos que nos sobran. Tan es así, que en las sociedades occidentales, distinguimos dos tipos de hambre, el hambre física y el hambre emocional.
La psiconutrición es
justamente eso, aprender a comer, y comer aquello que nos pide el
estómago, y no lo que nos pide el cerebro. Hay que aprender a
distinguir si tenemos hambre real o hambre emocional, y para ello no
podemos centrarnos en hacer una dieta restrictiva y pensar que
nuestro problema estará solucionado cuando adelgacemos los kilos que
nos sobran. El problema de mucha gente con hambre emocional, hambre
por ansiedad, hambre por estrés, hay que abordarlo desde un punto de
vista en el cual tiene que intervenir la medicina, la psicología, la
nutrición y el ejercicio físico.
El estado de ánimo es
fundamental a la hora de abordar una dieta, o de ser firmes, comer
aquello que nos resulte beneficioso y saludable y saber decir que no a
algo que no nos conviene. Muchas veces hemos podido comprobar como
hay etapas en la vida en que podemos hacer una dieta sin mayor
problema, y otras en las que por más que lo intentemos, nos resulta
imposible y a a vez frustrante, y esto es debido al estado de ánimo,
la ansiedad y el estrés.
Hay que aprender a
distinguir si cuando comemos, lo estamos haciendo para saciar el
hambre, o utilizamos la comida como algo que nos relaja y nos calma.
Normalmente cuando tenemos hambre, el cuerpo no nos pide un alimento
en concreto, sino que nos pide comer. Sin embargo cuando queremos
algo concreto como chocolate, o patatas fritas, etc, ese hambre es el
hambre emocional que tenemos que intentar evitar.
Cuando hablo de ese
hambre que depende del estado de ánimo, no tiene que ser
necesariamente un estado de ánimo bajo, sino que lo que al final hay
que aprender es a gestionar las emociones, tanto las malas como las
buenas, y si no sabemos es cuando se producen desarreglos y podemos
tratar de calmar nuestra ansiedad con la comida. Tanto es así, que
existen alimentos que esconden una relacion directa con las
emociones, y suelen ser aquellos que tienen un alto grado de aporte
calórico, cosa que creo firmemente si me paro a pensar que a nadie
le da por comerse un plato de lechuga cuando está de bajón, o la
típica imagen de la chica deprimida hinchándose a helado en el sofá
mientras ve la televisión.
Por todo ello, existen
psiconutricionistas que nos pueden ayudar a superar este problema y
cambiar nuestro estilo de vida, y nosotros mismo tenemos que
analizarnos y tratar de conocernos mejor, escuchar a nuestro cuerpo y
averiguar lo que nos viene bien comer y lo que no, el tipo de
ejercicio físico que tenemos que hacer, y tratar de averiguar los
motivos de nuestro estado de ánimo, identificar los momentos de
ansiedad y tratar de descargarla de otra manera que comiendo.
Supongo y no pongo en
duda que los profesionales que se encargan de ayudarnos lo harán
estupendamente, pero tambien estoy convencida de que el método
fundamental es el ensayo contínuo de prueba y error con nosotros
mismos, ya que nuestro cuerpo nos manda señales constantemente que
tenemos que aprender a identificar.
Lo
ideal y la meta de la psiconutrición es que sintamos
la necesidad de hacer ejercicio y comer de forma saludable sin tenerlo que considerar un esfuerzo.
Fantástico post… y con el que estoy completamente de acuerdo. Un beso preciosa!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Más besos para ti!
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