LENTITUD CULINARIA
Porque comer es un placer, ¿Quién quiere que dure poco?.
Hoy escribo para hacer referencia al movimiento slow, y más
concretamente, al “slowfood”. Porque la mejor manera de retomar
mi blog, es transmitiendo mi idea de entender la cocina, y el respeto
por la comida.
Cualquier persona a la que le guste cocinar, entiende que tener el
privilegio de contar con tiempo para hacer una buena receta, es una
de las mejores maneras de disfrutar y relajarse. Preparar comida para
que disfruten otras personas, puede ser de lo más satisfactorio.
Slowfood es un movimiento que surge con la
intención de de frenar la velocidad con la que comemos, cocinamos,
compramos los alimentos, y abandonamos los buenos hábitos que todo
esto conlleva. Dedicado a potenciar las tradiciones
gastronómicas locales, paliar en lo posible la comida rápida y dar
el valor que tiene que tener el conocimiento de la nutrición. Es un
estilo de vida, que pretende desencadenarnos de ese frenesí al que
estamos acostumbrados, y gozar de todas las ventajas de hacer una
comida lenta, pausada, que nos haga disfrutar de los aromas, los
sabores y apreciarlo en buena compañía.
Me gustaría transmitir la idea de intentar evitar siempre que
podamos, engullir o repostar, y tratar de disfrutar de la comida
casera y de la alegría que esto produce, porque para mi, es
totalmente cierto lo que dijo Óscar Wilde “ Después de una buena
cena, uno puede perdonar a cualquiera, incluso a sus parientes”.
Bien es verdad que el movimiento slow, es en algunas ocasiones puede
resultar algo elitista, pero también es cierto, que ésto solo es un
aspecto y una conclusión a la que se puede llegar cuando no se ha
profundizado sobre el tema. El hecho de que exista un movimiento que
se preocupe por las exquisiteces gastronómicas hace que muchos
alimentos no estén extinguidos. La industria alimentaria a escala
global, genera una mayor producción a bajo coste, pero el slowfood
apuesta por la biodiversidad, algo fundamental, y no sólo para la
gastronomía, sino como dice Carlo Petrini
(fundador de slowfood), también para el patrimonio cultural
histórico, porque los alimentos también representan la tradición y
la identidad de un país.
La biodiversidad hace una aportación definitiva a la alimentación,
y la excusa más utilizada para pasarla por alto, es que hay que
alimentar a una población cada vez más numerosa, logrando una mayor
producción, sin tener en cuenta las consecuencias. En el cultivo
natural de un alimento, se encuentran otros organismos, bacterias y
seres microscópicos. La utilización de plaguicidas, hace que se
rompan estas cadenas, así que cuando se abandona la biodiversidad,
las variedades pueden extinguirse y esto es peligroso a la hora de
tener que adaptarse a condiciones cambiantes. Es además
contradictorio basarse únicamente en una mayor producción, cuando
todavía hay un alto porcentaje de población pasando hambre, y otro
más alto aún desperdiciando comida. Hemos de preguntarnos también,
si lograr una mayor producción en un corto periodo de tiempo, no es
algo que a la larga consiga el efecto contrario, por el sencillo
motivo de que la tierra está ya tan estresada, como lo podemos estar
nosotros.
Slowfood demuestra también que no pretende ser un movimiento
minoritario, cuando defiende premisas como que cocinar en casa
también es una buena manera de ahorrar dinero, y poderse dar el
gusto de comer con parsimonia, no tiene por qué implicar comer caro.
Y ni que decir tiene, que es mucho más saludable. Cocinar una gran
cantidad de comida y congelarla, es una buena manera de comer casero
y ahorrar tiempo y dinero. Tratar de desperdiciar la menor cantidad
de alimentos, comprar productos de temporada, son temas que promulga
también slowfood, y ésto amigos, tiene bien poco de elitista.
Sentarnos en la mesa con amigos a comer, y no mirar el reloj, es un
privilegio que creo que nos podemos dar, en más ocasiones de las que
creemos, pero la falta de tiempo y de dinero, en ocasiones son
verdaderas razones, y otras muchas en las que ni tan si quiera somos
conscientes, son también dos buenas excusas.
Cuando la prisa no es un ingrediente de la receta, la comida tiene
otro sentido, otro sabor.